martes, junio 26, 2007

¿Por qué soy tan inteligente?

¿Por qué sé yo algunas cosas más? ¿Por qué soy en absoluto tan inteligente? No he reflexionado jamás sobre problemas que no lo sean -no me he malgastado. - Por ejemplo, no conozco por experiencia propia dificultades genuinamente religiosas. Se me ha escapado del todo hasta qué punto debía yo ser pecador. Asimismo me falta un criterio fiable sobre lo que es remordimiento de conciencia: por lo que de él se oye decir, no me parece que sea nada estimable... Yo no podría abandonar una acción tras haberla comenzado, en la cuestión de su valor preferiría dejar totalmente al margen el mal éxito de la misma, sus consecuencias. Cuando las cosas salen mal, se pierde con demasiada facilidad la visión correcta de lo que se hizo: un remordimiento de conciencia me parece una especie de mal de ojo. Respetar tanto más en nosotros algo que ha fallado porque ha fallado -esto, antes bien, forma parte de mi moral. -Dios, inmortalidad del alma, redención, más allá, todos estos son conceptos a los que no he dedicado ninguna atención, tampoco ningún tiempo, ni siquiera cuando era niño -¿acaso no he sido nunca bastante pueril para hacerlo?- El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, menos aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda. Dios es una respuesta burda, una indelicadeza contra nosotros los pensadores, - incluso en el fondo no es nada más que una burda prohibición que se nos hace: ¡no debéis pensar! ... Muy de otro modo me interesa una cuestión de la cual, más que de ninguna rareza de teólogos, depende la salvación de la humanidad: el problema de la alimentación. Prácticamente se lo puede formular así: ¿Cómo tienes que alimentarte precisamente tú para alcanzar tu máximo de fuerza, de virtù [virtud] al estilo del Renacimiento, de virtud exenta de moralina? Mis experiencias en este punto son las peores posibles; estoy asombrado de haber percibido tan tarde esta pregunta, de haber aprendido razón tan tarde de estas experiencias. Únicamente la completa nulidad de nuestra cultura alemana -su idealismo me explica en cierto modo por qué, justo en este punto, he sido yo tan retrasado que lindaba con la santidad. Esta cultura, que desde el principio enseña a perder de vista las realidades para andar a la caza de metas completamente problemáticas, denominadas metas ideales, por ejemplo la cultura clásica: - ¡como si de antemano no fuera una condena unir clásico y alemán en un único concepto! Más aún, esto produce risa -¡imaginemos un ciudadano de Leipzig con cultura clásica!- De hecho, hasta que llegué a los años de mi plena madurez yo he comido siempre y únicamente mal -expresado en términos morales, he comido impersonalmente, desinteresadamente, altruísticamente, a la salud de los cocineros y de otros compañeros en Cristo. Por ejemplo, yo negué muy seriamente mi voluntad de vida a causa de la cocina de Leipzig, simultánea a mi primer estudio de Schopenhauer (1865). Con la finalidad de alimentarse de modo insuficiente, estropearse además el estómago - este problema me parecía maravillosamente resuelto por la citada cocina. (Se dice que el año 1866 ha producido un cambio en este terreno.) Pero la cocina alemana en general, - ¡cuántas cosas no tiene sobre su conciencia! ¡La sopa antes de la comida (todavía en los libros de cocina venecianos del siglo XVI se la denomina alla tedesca); las carnes demasiado cocidas, las verduras grasas y harinosas; ¡la degeneración de los dulces, que llegan a ser como pisapapeles! Si a esto se añade además la imperiosa necesidad, verdaderamente bestial, de los viejos alemanes, y no sólo de los viejos, de beber después de comer, se comprenderá también de dónde procede el espíritu alemán -de intestinos revueltos... El espíritu alemán es una indigestión, no da fin a nada. - Pero también la dieta inglesa, que, en comparación con la alemana, e incluso con la francesa, representa una especie de vuelta a la naturaleza, es decir, al canibalismo, repugna profundamente a mi instinto propio; me parece que le proporciona pies pesados al espíritu - pies de mujeres inglesas... La mejor cocina es la del Piamonte, - Las bebidas alcohólicas me resultan perjudiciales; un solo vaso de vino o de cerveza al día basta para hacer de mi vida un valle de lágrimas - en Munich es donde viven mis antípodas. Aceptado que yo he comprendido esto un poco tarde, vivirlo lo he vivido en verdad desde la infancia. Cuando yo era un muchacho, creía que tanto el beber vino como el fumar tabaco eran al principio sólo una vanitas de gente joven, y más tarde un mal hábito. Acaso el vino de Naumburgo tenga también la culpa de este agrio juicio. Para creer que el vino alegra tendría yo que ser cristiano, es decir, creer lo que cabalmente para mí es un absurdo. Cosa extraña, mientras que pequeñas dosis de alcohol, muy diluidas, me ocasionan esa extremada destemplanza, yo me convierto casi en un marinero cuando se trata de dosis fuertes. Ya de muchacho tenía yo en esto mi valentía. Escribir en una sola vigilia nocturna una larga disertación latina y además copiarla en limpio, poniendo en la pluma la ambición de imitar en rigor y concisión a mi modelo Salustio, y derramar sobre mí latín un poco de grog del mayor calibre, esto era algo que, ya cuando yo era alumno de la venerable Escuela de Pforta, no estaba reñido en absoluto con mi fisiología, y acaso tampoco con la de Salustio, - aunque sí, desde luego, con la venerable Escuela de Pforta... Más tarde, hacia la mitad de mi vida, me decidí ciertamente, cada vez con mayor rigor, en contra de cualquier bebida espirituosa: yo, adversario, por experiencia, del régimen vegetariano, exactamente como Richard Wagner, que fue el que me convirtió, no sabría aconsejar nunca con bastante seriedad la completa abstención de bebidas alcohólicas a todas las naturalezas de espiritualidad superior. El agua basta... Yo prefiero lugares en que por todas partes se tenga ocasión de beber de fuentes que corran (Niza, Turín, Sils); un pequeño vaso marcha detrás de mí como un perro. In vino veritas: parece que también en esto me hallo una vez más en desacuerdo con todo el mundo acerca del concepto de verdad; - en mí el espíritu flota sobre el agua... Todavía unas cuantas indicaciones sacadas de mi moral. Una comida fuerte es más fácil de digerir que una demasiado pequeña. Que el estómago entre todo él en actividad es el primer presupuesto de una buena digestión. Es preciso conocer la capacidad del propio estómago. Por igual razón hay que desaconsejar aquellas aburridas comidas que yo denomino banquetes sacrificales interrumpidos, es decir, las hechas en la table d'hôte. - No tomar nada entre comida y comida, no beber café. el café ofusca. El té es beneficioso tan sólo por la mañana. Poco, pero muy cargado; el té es muy perjudicial y estropea el día entero cuando es demasiado flojo, aunque sea en un solo grado. Cada uno tiene en estos asuntos su propia medída, situada de ordinario entre límites muy estrechos y delicados. En un clima muy excitante el té es desaconsejable como primera bebida del día: se debe comenzar una hora antes con una taza de chocolate espeso y desgrasado. - Estar sentado el menor tiempo posible; no prestar fe a ningún pensamiento que no haya nacido al aire libre y pudiendo nosotros movernos con libertad, - a ningún pensamiento en el cual no celebren una fiesta también los músculos. Todos los prejuicios proceden de los intestinos. La carne sedentaria -ya lo he dicho en otra ocasión- es el auténtico pecado contra el espíritu santo.
F. Nietzsche

lunes, junio 25, 2007

Pguchag ga güestión..........

martes, junio 19, 2007

Elogio a Sergio Lagos.

Ciertamente a más de algún amigo o conocido le extrañará el titulo y el contenido de este post, en particular por no contar este personaje con todas mis simpatías y recono-cimiento.

En un ambiente artístico lleno de mediocres, de homosexuales; de cantantes que no cantan; de animadores que no animan; de deportistas que no hacen deporte, pero animan; de modelos que opinan; de periodistas que opinan; de proxenetas que opinan; de esposas de futbolistas que opinan; de futbolistas engañados (no por sus mujeres, sino engañados de que son futbolistas); de borrachitos que juegan al fútbol (y son levantados a la condición de ídolos); de cretinos y drogadictos habilidosos con la pelota (y que son endiosados porque juran que dios les echó una mano); de tontitas incapaces de leer en voz alta los titulares de un periódicos, pero que también animan; de mises miserables paseándose en pelota delante de sus amigos; en fin, en medio todo esto, aparece Sergio Lagos Gallegos, el periodista que piensa que es el sujeto más talentoso del país; que a sus 35 años actúa, se viste y piensa como adolescente; que no tiene empacho en plagiar una canción de The Police – Mother – para colocarla en un disco suyo, como suya; que canta en un grupo y es pifiado en Antofagasta por fome y mal camtamte; que confunde cantar en una fogata con cantar ante un público; que piensa que el Festival de Viña del Mar es un Festival para Sergio Lagos Gallegos, entre otros detalles que se me olvidan, se me escapan o desconozco.

Bueno a este sujeto mi elogio. ¿La razón? Que pese a todo lo dicho y lo hecho y a todo lo por decir y hacer es el único, reitero EL ÚNICO personaje masculino de la televisión chilena que no se ha disfrazado NUNCA de mujer.

El resto, por una razón que desconozco y cuyo análisis es más propio de un(a) Psicólogo(a), lo ha hecho no una, sino muuuuuuuuuuuuuuchas y reiteradas veces.

Y salirse de la corriente, al menos en este aspecto, no es fácil.

lunes, junio 18, 2007

¡¡Era cierto!!


Sin duda ayer en el podio del Gran Premio de Estados Unidos Fernando Alonso se mostraba mucho menos sonriente que en la foto, puesto que lo que afirmara en el post del pasado 11 del mes en curso, parece ser que, definitivamente, se convertirá en una constante: el Campeón del Mundo será, en lo sucesivo, el segundón del segundo piloto del equipo McLaren.

jueves, junio 14, 2007

Lo que se nos viene..................

miércoles, junio 13, 2007

Iturriaga Neumann o la pretensión de tener una Justicia al gusto de los criminales.

Anoche tuve oportunidad de ver por televi-sión parte del patético mensaje que el criminal Raúl Iturriaga Neumann hizo llegar a los medios de comunicación, pretendiendo explicar su actitud de rebeldía para cumplir la sentencia del Ministro Alejandro Solís Guzmán, la que ya fue ratificada por la Corte Suprema.

Cabe precisar que su decisión de no aceptar, como de manera tan ridícula afirmó, la condena que se le ha impuesto no tiene ningún efecto jurídico, puesto que es de Perogrullo que las sentencias no requieren de la aceptación del condenado para tener efecto y que su rebeldía sólo se enmarca en una sistemática pretensión de los esbirros de la dictadura de que la Justicia debe ser del gusto de ellos para ser aceptada.

Los fieros, orgullosos y decididos represores, torturadores y asesinos de ayer se esconden hoy como cucarachas y tiemblan como ratas cuando deben responder por sus crímenes e Iturriaga Neumann no es una excepción. Recordemos que este asesino, además, es buscado por la Justicia italiana, que lo condenó a 10 años de cárcel por el atentado en contra de Don Bernardo Leyton y de su esposa Anita, que terminó parapléjica.

Ciertamente, se esperaba una actitud más honorable de un soldado y más aún de un General de la República, pero cuando los grados se obtienen no por mérito sino como premio por actuar como sicario del dictador, la cosa necesariamente resulta como lo que hemos visto.

A partir de hoy, Iturriaga Neumann será buscado por la Policía como cualquier delincuente común, al nivel de un narcotraficante, de un asaltante de farmacia o de un monrero………… o sea, como lo que es, no más.

martes, junio 12, 2007

Parafraseando a Henry Miller:


No quiero que el Destino o la Providencia me traten bien.......... sólo pido que no me traten mal.

lunes, junio 11, 2007

¿El comienzo del fin?

Puede parecer prematu-ra la pregunta, pero el cúmulo de errores del actual Campeón del Mundo en Fórmula 1 este domingo en Montreal como arrancar en segundo lugar y llegar séptimo - a 21,9 segundos de Hamilton -, el ser penalizado en 10" por entrar a los pits mientras el safety car entraba a la pista, el despistarse TRES VECES en la misma curva, el no ser capaz de mantener una posición frente a un auto menos potente, como el Ferrari de Raikonnen, aparte de otros errores que no tuvieron mayores consecuencias.

Ojalá en los Estados Unidos la cosa cambie y Alonso no se vuelva el segundón de Lewis Hamilton, que es el segundo piloto del equipo McLaren.

viernes, junio 08, 2007

El Infierno no es necesario.

Solo, usando pañales y con demencia senil severa terminó ayer su miserable vida Osvaldo Pincetti Gac, conocido como el "Brujo de la DINA", "doctor tormento" o "doctor Mortis" que estaba internado en la Posta Central desde hace un poco más de un mes, cuando fuera internado en grave estado. Desde que fue procesado y condenado, pasó la mayor parte de los días internado en el Hospital Penitenciario de Gendarmería, postrado.

Pincetti, que decía tener poderes paranormales y que asombraba a su público con espectáculos de hipnosis estaba involucrado en innumerables causas de violaciones de los derechos humanos ocurridas bajo el gobierno militar: el asesinato de la cúpula del Partido Comunista, caso conocido como Calle Conferencia, y el homicidio del carpintero Juan Alegría, perpetrado por la CNI para ocultar el crimen del dirigente sindical Tucapel Jiménez.

Este siniestro y mísero personaje llegó a representar todo el horror que se pudo desatar en los centros de detención y tortura que la DINA y la CNI tuvieron y fue reclutado por Marcelo Moren Brito, cuando en 1974 se creo la DINA. Meses antes había escuchado que en La Serena era conocido como el "Profesor Destino". Trabajando ya en el organismo represivo, participó en las sesiones de torturas de Londres 38 y luego en Villa Grimaldi, donde decía hipnotizar a las víctimas y les inyectaba pentotal, conocido como la droga de la verdad. También inyectó veneno a prisioneros que luego fueron lanzados al mar.

Pincetti Gac, aseguran varios testigos, no recibía visitas desde hace mucho tiempo y otros presos internados en el hospital penitenciario lo agredieron en varias oportunidades al saber quién era.

Su familia cobraba una pensión militar y no le llevaba nada.

El último familiar que concurrió a verlo, sólo lo visitó para saber si estaba vivo.

jueves, junio 07, 2007

Hablar mal.

Por razones de una infortunada gripe debí permanecer en casa y en cama por algunos días - breves, afortunadamente - y ser testigo de un hecho que no podemos llamar singular puesto que me percaté que ocurre a diario, en varias versiones pero siempre con el mismo estilo.

Me refiero a esos malolientes y repugnantes programas de televisión en que un grupo de sujetos - de todos los sexos, incluidos hombres y mujeres - se sientan a hablar de la vida pública y privada de otras personas, hurgando en cada detalle: que si dijo o hizo esto o no dijo ni lo hizo y si lo dijo y lo hizo, cómo lo dijo y cómo lo hizo; a quien se lo dijo y con quien lo hizo. Lo que sea que dijo o hizo, no importa mucho, la cosa es tener tema............... o inventar uno.

Cuando joven una vez me dijo un cura del Colegio en donde estudiaba - Colegio de curas jesuitas - que la pornografía no consistía sólo en mostrar el acto sexual entre dos personas - por cierto el curita no había visto entonces las representaciones colectivas - sino en mostrar el detalle y en detalle el acto, en detenerse, en acercarse, en repetir. Por cierto, los programas - cuyos nombres no recuerdo - pero que eran de Chilevisión, de Canal 13 - siempre tan preocupado de la virtud -, de la Red - tan conservador y reaccionario - y de Mega - entre los extremos del siniestro cura Hasbún y las tetas de Morandé, como alguien, muy acertadamente, dijo por ahí -, me recordaron esa cualidad de la pornografía.

Noté que hay sujetos - periodistas incluidos - especializados en hablar sistemáticamente mal de las personas, en sacarle sus trapitos al sol, en seguirlos y perseguirlos (¿todos ellos no habrán hallado ningún trabajo decente?, me preguntaba)

Pero esta práctica, lamentablemente, no sólo se limita a los detestables programas faranduleros, sino también se ha instalado en la política, en donde la oposición parece creer que su rol consiste en hablar mal de todo lo que hace el Gobierno, con varias consecuencias muy enojosas, por cierto: primero, una enorme monotonía, que hace absolutamente penosa la audición de comentarios con intención política; segundo, que las críticas concretas, pertinentes y justificadas pierden todo su valor. Lo grave de esta especie de universal y casi automática maledicencia es que se desprende una efectiva e indeseada impunidad: como se espera que se hable mal, eso pierde valor, nadie lo toma en serio y los interesados continúan impertérritos, con una desdeñosa sonrisa en el rostro.

Asimismo, he notado que en los que están instalados en los partidos que apoyan Gobierno también está la práctica de hablar mal de los que no les gustan, de los que discrepan, de los que critican, cuando en un Estado civilizado - como presumimos que somos - esto es algo que no debe ni puede hacerse nunca. Se me dirá que tales usos han sido practicados desde hace muchos años; sí, pero eran abusos, abusos de poder y desde hace también varios años pareció que aquello había quedado definitivamente superado y descartado.

Sin embargo, lo del hablar mal de la vida pública es lo que menos me preocupa, primero porque es pública y segundo porque es la menos importante. Lo que sí me preocupa es la inmensa difusión de hablar mal de todo lo privado y de la vida privada de todas las personas y si hace diez años las publicaciones y programas especializados en ello eran prácticamente escasos, hoy los que se escapan de esa deleznable práctica son verdaderas excepciones y, peor aún, las veo disminuir con bastante rapidez. De hecho, el hablar mal de la vida privada de otros es por influjo de lo que se lee o de lo que escuche; se produce una especie de contagio. Muchos sujetos creen que el hacerlo es una prueba de inteligencia e ingenio, de agudeza mental, aunque en verdad suele ser todo lo contrario: indicio de inseguridad, pobreza mental e incluso resentimiento. Como dice José Ingenieros en su libro "El hombre mediocre", quienes piensan o creen que estimar a alguien, disminuye, que la indulgencia con el otro es flaqueza, que la admiración degrada, son, desafortunadamente, legión.

Por supuesto, esto vicia algo que es de suma importancia: la jerarquía de las estimaciones, la valorización justa de las personas, obras, acciones, instituciones.

Pero hay todavía una consecuencia más, la más peligrosa, la más estirilizante: el hablar mal lleva al pesimismo más profundo, al más grave, porque es un acto difuso, turbio, obscuro. El hablar mal se va depositando en las almas de las personas y va quedando la sensación de que todo es un asco, de que nada vale la pena, de que nadie y nada merece estimación, respeto, ni es merecedor de despertar nuestro entusiasmo (por cierto hay personas, cosas e instituciones que no se merecen estas actitudes de parte de los demás, pero son las menos)

Y cuando esa actitud se difunde en demasía cunde el desaliento, se piensa que no hay nada que hacer, que nada merece la pena, un esfuerzo, un sacrificio, un riesgo y se acepta resignada y calladamente todo. Entonces llegamos a pensar que se ha perdido todo sin haber luchado, sin haber siquiera haber sido vencidos más que por nuestra propia aceptación de este mal. Por supuesto, como el hablar mal es un negocio muy saneado en nuestra sociedad - aunque sea muy insano - cada vez más gente se suma a él. Así una red de desaliento y repulsión silenciosa va invadiendo a las personas, porque si todos son cretinos e indecentes – o ambas cosas, incluso - ¿en quien se puede confiar? ¿con quien se puede contar? Y peor aún ¿por qué esforzarnos en ser distintos?

Pese a lo dicho, tengo confianza en que los chilenos están verdaderamente convencidos que la realidad es valiosa y que el aplaudir al otro - cuando se lo merece - engrandece.

¿Qué les parecería un concierto.......


......... de estos tres grandes?

miércoles, junio 06, 2007

A bigger bang?


O, a bigger band?
¡¡A escuchar el último y cósmico disco de The Rolling Stone para desentrañar y resolver la cosa!!

¡¡ A caminar !!

lunes, junio 04, 2007

¿Qué aporte social ha traído la obligación de usar cinturón de seguridad en los automóviles?

Una vez más voy a entrar a hacer algunas reflexiones y afirmaciones que, desde el punto de vista de la no despreciable - numéricamente hablando - comunidad que, alegre y despreocupadamente, suele tragarse todo lo que le dan o muestran, pueden parecer "políticamente incorrectas".

Y como una manera de limpiar un poco mi imagen voy a comenzar precisando que la siguiente pregunta - esbozada en el título del post - no es mía sino de Sam Peltzman, que la formula en su libro "The effects of automóvil safety regulation", y dice, como en la canción, más o menos así: ¿qué ha aportado a la sociedad la obligatoriedad para los ocupantes de un automóvil de ajustarse los cinturones de seguridad?

Respuesta: Nada, socialmente no ha aportado nada.

Veamos porqué: si bien se ha constatado que desde la aplicación de la obligatoriedad de usar los cinturones de seguridad hay una reducción notable en la gravedad de las heridas sufridas por los ocupantes de los vehículos livianos, no es menos cierto que las cifras de accidentes han aumentado más de lo que daría a entender una extrapolación simple de las tendencias previas que al respecto existían al entrar en vigor la nueva legislación. De hecho, se ha constatado un notable incremento del número y gravedad de las lesiones sufridas por peatones y ciclistas.

Todo parece indicar que el aumento en la seguridad de que disfrutan los automovilistas y sus acompañantes los lleva a conducir a mayor velocidad, a no prestar la debida atención a la conducción y a incurrir en otros riesgos que, antes que existiese la obligación de usar los cinturones, no estaban dispuestos a asumir. Sobre esto, no tengo antecedentes ni cifras, pero bueno sería saber a partir de cuando se popularizaron las carreteras de velocidad en las calles de nuestras ciudades; de saberlos o tenerlas, tengo la certeza que nos llevaríamos más de una sorpresa.

La explicación es muy simple y sencilla: todo sujeto que conduce un automóvil incurre a sabiendas en un cierto número de riesgos. La cantidad de riesgos así asumidos depende de la forma en que los otros conductores se comportan en las calles o carreteras, pero también depende del temperamento o personalidad de cada automovilista. En todo caso, depende del "precio" potencial que cada conductor está dispuesto a pagar al tomar los riesgos asociados a su manera y estilo de conducir y este "precio" está conformado por todos los inconvenientes que sufrirá si se produce un accidente: que lo lleven al hospital, que le impongan gastos de curación imprevistos o un alejamiento más o menos duradero de su trabajo. Por ello cuanto más elevado sea ese "precio" potencial más prudente y cuidadoso será pues se verá más incitado a reducir su nivel de riesgo.

Por tanto, si bien la obligación de usar cinturones de seguridad mientras se conduce o se está sobre un automóvil reduce efectivamente el riesgo de resultar lesionado, resulta también una suerte de estímulo para comportarse y conducir más imprudentemente un vehículo. Una muestra dramática de que esta afirmación es verdadera es el caso del joven rugbista arrollado - y muerto -, mientras caminaba por la acera, por un conductor ebrio que conducía a ¡¡180 kms/hr!! Podemos estar absolutamente ciertos que si el cretino que conducía el automóvil no hubiese estado seguro de resultar ileso en un accidente - como resultó, en los hechos - no habría circulado por las calles a esa velocidad ni en ese estado.

Así las cosas, quienes soportan las consecuencias de la disminución del "precio" individual de riesgo de los automovilistas y el aumento en la demanda de dicho riesgo son los "no automovilistas" o sea, peatones, ciclistas y motociclistas.

En suma, parece ser que, al fin y al cabo, no se ha alcanzado el objetivo deseado y buscado por los legisladores, cual es la disminución del costo social de los accidentes en carreteras y ciudades, puesto que la medida implementada tiene - o parece tener, tal como hemos visto en la práctica - un efecto social alta y fundamentalmente regresivo para quienes no andan sobre un automóvil.

domingo, junio 03, 2007

El misil argentino que apunta a Chile.......


¿será capaz de volar o ya le habrán robado los componentes electrónicos esenciales?

viernes, junio 01, 2007

¿Por qué Chile debe contar con Fuerzas Armadas Profesionales?

Este tema ha sido amplia y profusamente analizado desde hace un tiempo a la fecha en nuestro país, en particular como consecuencia de la participación de algunos grupos que se oponen al Servicio Militar Obligatorio aduciendo problemas de conciencia, que es una manera eufemística - pero no elegante - de sacarle el cuerpo a las obligaciones y deberes que conlleva la condición de ciudadano de un individuo; mas, paradójicamente, en los últimos años no ha sido necesario recurrir al expediente de obligar a los jóvenes a cumplir con su deber puesto que un gran contingente de voluntarios ha cubierto amplia y sobradamente tal necesidad. Sin embargo, la cuestión persiste y lo que deseo en este post es hacer un análisis acerca de la conveniencia o no de contar con Fuerzas Armadas Profesionales en nuestro país.

Es un hecho que cuanto más crece el nivel de vida más crece el rechazo al Servicio Militar Obligatorio y más se multiplican las presiones a favor contar con Fuerzas Armadas Profesionales, sin embargo hay más reticencias políticas - e incluso emotivas, como veremos - que económicas para retrasar la creación de un contingente profesional. De hecho, es un absurdo pensar que tener militares profesionales cuesta más caro que contar con Fuerzas compuestas por conscriptos, puesto que es exactamente lo contrario: en términos económicos, o sea, en términos de lo que la Defensa Nacional impone como costo económico al país, unas Fuerzas Armadas profesionales son menos costosas que el Servicio Militar Obligatorio; en otras palabras, como todo lo que es gratuito, contar con conscriptos es un engaño, porque, en la práctica, el Servicio Militar Obligatorio impone a la sociedad tres categorías de costos que se olvidan o callan y una de carácter emotivo – o egoísta, mejor dicho - que todos silencian:

- Mala utilización del capital productivo: las Fuerzas Armadas se encuentran en la situación de una empresa que dispone de todos los medios para obtener su mano de obra necesaria a un precio muy por debajo de su precio de mercado ¿el resultado? Mano de obra menos cara, de donde se desprende la sustitución del trabajo humano por máquinas. El Servicio Militar Obligatorio genera un coeficiente trabajo/capital que se encuentra muy lejos del nivel óptimo que garantizaría una mejor utilización de los recursos que la sociedad pone a su alcance. En otras palabras, la Defensa Nacional cuesta más caro - globalmente - que lo que debiera puesto que se emplean demasiados hombres y muy poco equipo.

- Hay un verdadero despilfarro humano ligado a la subutilización de la capacidad productiva de cada hombre durante el tiempo que dedica al Servicio Militar Obligatorio, puesto que el verdadero costo del recluta para la sociedad no es el modesto sueldo que se le entrega o el precio de las municiones que emplea en su instrucción, sino el salario acumulado que hubiese percibido en la vida laboral durante su período en el Servicio Militar Obligatorio. Es cierto que es el recluta mismo quien soporta - y sufre - esa suerte de "impuesto" oculto, pero en el fondo toda la sociedad experimenta sus efectos en la medida en que el volumen global de bienes y servicios producidos por ella es inferior a lo que sería si la Defensa Nacional pagara su mano de obra a precios reales.

- Hay un fuerte costo social ligado al carácter francamente regresivo del "impuesto" - al que he hecho mención - que recae sobre los conscriptos. En efecto, cuando se examina cómo se distribuye la incidencia de ese "impuesto" oculto, constatamos que el sistema es muy favorable a los más ricos y muy desfavorable a los más pobres ¿Por qué?, pues porque todos los mecanismos de prórrogas o exenciones son mucho más favorables a los jóvenes que realizan estudios universitarios que a los que no asisten a la universidad. Así, en término medio, el "impuesto" así recaudado sobre la juventud de nuestro país es mayor en las categorías menos favorecidas que en las más ricas.

- Finalmente, cabe decir que quienes han hecho el Servicio Militar Obligatorio, pagando el "impuesto" en su juventud, consideran que la sociedad chilena tiene una deuda con ellos, deuda que es igual al valor total de dicho "impuesto" y la devolución de esa deuda se efectúa por medio del nuevo "impuesto" que pagan las generaciones sucesivas de nuevos conscriptos.

Por tanto, resulta claro que la conversión de unas Fuerzas Armadas compuestas por conscriptos en unas compuestas por profesionales depende fundamentalmente, por un lado, de la evolución de la pirámide de edades (puesto que así como cuanto más vieja es la población, mayor será la reticencia a crear un contingente regular, ocurre exactamente lo contrario cuando aquella es más joven) y, por otro, del peso efectivo del "impuesto" que recae sobre las generaciones precedentes.

Y a estas alturas de nuestro desarrollo, las cosas deben cambiar en nuestro país, especialmente en este aspecto.